Las malas noticias sobre la seguridad de los teléfonos móviles son tan frecuentes, que se está creando una paranoia espectacular.
Aunque la seguridad total en informática no existe, si es posible al
menos mantener con cierta facilidad nuestra información a buen recaudo. Haciendo más complicado el acceso a nuestra información a aquellos con no muy buenas intenciones.
Es cierto que la creatividad de algunos para buscar vulnerabilidades es enorme. Hace mes y medio nos enteramos
del ingenioso método que se había empleado para lograr filtrar malware a
través de las versiones web de Telegram y WhatsApp: se recurrió a la
encriptación de los datos, en principio una medida de seguridad para el
usuario. Pero en realidad no es tan sencillo que nuestro teléfonos acaben hackeados. Al no ser, claro, que tengamos mala suerte o hagamos un mal uso del terminal.
Sí, la CIA y algunos otros servicios de espionaje parecen tener arsenal de sobra para acceder a nuestras comunicaciones móviles.
Pero ni para ellos es sencillo husmear en un teléfono, por mucho que
las series nos proporcionen una visión opuesta. Muchas de las herramientas de
hackeo de la agencia de espionaje filtradas por Wikileaks requieren de
algo fundamental: el acceso físico al teléfono.
Así que el primer consejo que podemos dar es evitar que
accedan a nuestro teléfono otras personas. No hay que caer en paranoias,
claro, pero sí tener un control sobre quién puede y quién no manipular
nuestro móvil. Recordando algo muy importante, nuestros hijos son pequeños hackers en potencia. Tenemos que recordar que los niñ@s y adolescentes se han criado en este mundo tecnológico.
Sí, es bastante sencillo que alguien con unos mínimos conocimientos
pueda instalar una aplicación que siga nuestros movimientos en el
teléfono. Aunque hay algo que delataría esto: la batería se agota antes al tener activado continuamente el GPS.
Eso nos lleva también a tener otra precaución: que seamos
nosotros mismos los que escojamos nuestra clave de seguridad. No
deleguemos en otra persona. Pero una de las medidas de seguridad más
eficaces que podemos tomar es no instalar aplicaciones de dudosa
procedencia. Los teléfonos con Android por ejemplo permiten instalar
aplicaciones que no proceden de la Play Store de Google.
Algunos usuarios desactivan las medidas de seguridad que incluye
Android para evitar que sólo se pueda instalar aplicaciones firmadas.
Algo que por lo general se hace para instalar gratuitamente aplicaciones
descargadas de internet. Eso es bastante temerario, pues esas aplicaciones pueden contener malware.
Es cierto que Amazon por ejemplo pide desactivar esa opción de
seguridad para que instalemos su propia tienda de aplicaciones,
alternativa a la Play Store de Google. Os recomiendo no hacer esto, porque podemos incurrir en un grave problema de seguridad. Tampoco es nada recomendable realizar el denominado Jailbreak al iPhone, pues en realidad ya estamos nosotros mismos hackeando el teléfono (exponiéndolo a miradas ajenas).
A cambio de poder incorporar funciones que no permite por defecto
iOS, se puede incurrir en serios problemas de seguridad al romper los
sistemas de protección de Apple. Los dispositivos con iOS no permiten cargar aplicaciones fuera de la App Store.
Otra medida clave para mantener a raya la seguridad es elegir bien el teléfono que vamos a adquirir.
En Android como es bien sabido uno de sus principales problemas viene
dado por las escasas actualizaciones de software que reciben muchos
terminales.
De hecho, muchos teléfonos de marcas asiáticas poco conocidas suelen tener ahí su talón de Aquiles. Una vez que lo compramos, el teléfono puede no recibir jamás una actualización de software. Lo que quiere decir que tampoco recibiremos parches de seguridad.
En el caso de decantarnos por un teléfono con Android es elegir uno
que tengamos la certeza de que se actualizará con frecuencia. Los que
comercializa la propia Google, los Nexus o el Pixel, son las mejores
opciones. Pero hay otros modelos interesantes. Nokia por ejemplo anunció en el MWC que sus nuevos teléfonos además de incorporar una capa de Android limpia recibirán actualizaciones de Google con frecuencia.
También debemos mantener actualizadas las aplicaciones, pues
si alguna sufre un fallo de seguridad es importante que se actualice lo
antes posible. Por lo que no es mala idea que, usemos un iPhone o un
teléfono Android, configuremos las actualizaciones automáticamente
siempre que el teléfono se conecte a una red wifi.
No es muy recomendable conectarnos a redes wifi que no sepamos si son verdaderamente seguras. Principalmente porque los datos que mandemos por ellas pueden quedar expuestos a miradas indiscretas.
Piensen por ejemplo que su número de cuenta bancaria y sus contraseñas
son transferidas mediante una red wifi insegura. En el caso de que no
nos quede más remedio que usar una de estas redes sería recomendable
usarla el menor tiempo que sea posible.
También debemos tener cuidado con todo lo que tenga que ver con conexiones inalámbricas,
sean del tipo que sean. Por ejemplo, es conveniente que mantengamos
ciertas cautelas al usar la conexión Bluetooth. Es bueno revisar las
opciones sobre este tipo de conexión que el teléfono ofrece. Así
evitaremos que cualquiera por ejemplo pueda enlazar con nuestro
dispositivo.
En el caso de realizar transferencias de datos con seguridad hay que tener en cuenta que nada es mejor que un viejo cable.
Si por ejemplo se quiere transferir fotos, es mucho más seguro hacerlo
por un cable que usando, por ejemplo, tecnología de conexión entre
dispositivos wifi, el denominado wifi directo.
Finalmente, debemos intentar utilizar aplicaciones que transporten de
forma segura nuestros datos una vez que salen del teléfono. En el caso de las aplicaciones de mensajería en en un post indicamos una lista con algunas de las que mejor se comportan en este sentido.
Siguiendo todos estos consejos podremos estar mucho más tranquilos,
pues estaremos disminuyendo drásticamente las posibilidades de que
alguien acceda a nuestro teléfono. Aunque, como decíamos al principio, la seguridad total en informática no existe. Pero tampoco en la vida. Al fin y al cabo siempre puede caernos una maceta paseando por la calle.
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