La aplicación de la teoría de sistemas a la organización y funcionamiento
de la empresa es, cada vez más, una exigencia y un recurso para alcanzar las
cotas de eficacia necesarias para una gestión competitiva.
Resulta, así, normal encontrar la terminología y los principios de la teoría
de sistemas en la fijación de objetivos, toma de decisiones, establecimiento
de estrategias organizativas, diseño del sistema de comunicación e información,
procedimientos de control, etc.
La idea de sistema es antigua en el pensamiento humano, respondiendo al
hecho de que los fenómenos psíquicos, físicos, biológicos, sociales, etc., se
producen en un contexto general que es el que los hace posibles y les da
sentido.
Hablar hoy de sistemas, y de teoría de sistemas, implica, sobre todo, referirse
«a una metodología del conocimiento y de la actuación en los campos
correspondientes a la misma, mediante la cual es posible interrelacionar los
conocimientos de otras ciencias en ella».
Toda ciencia, en efecto, puede ser
descrita como un conjunto sistemático, organizado, con una estructura racional,
coherente, interrelacionado, de conocimientos, ideas, principios y leyes. En la
actualidad, se percibe, cada vez más, que existen coincidencias estructurales
en la organización de los distintos dominios científicos (físicos, sociales, etc.).
En el campo de la empresa, el singular papel de los sistemas se acentúa por
el importante papel que tienen las organizaciones en la sociedad actual. Ya
Bertrand Russell escribió que «en el mundo del futuro al individuo le será
Imposible lograr metas importantes si no es a través de una organización».
Ahora bien, conseguir que una organización funcione, y que funcione con
eficacia, exige conocer a la propia organización, a través de sus elementos y de
las relaciones de ellos con el todo, a lo que puede contribuir, decisivamente,
la teoría de sistemas.
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