El desarrollo de los soportes de almacenamiento informático avanza a pasos agigantados. La aparición de los discos duros sólidos, el aumento exponencial de la capacidad de información de los discos duros magnéticos, y las novedosas técnicas de investigación en materiales y duración temporal
demuestran la urgente necesidad tecnológica de optimizar los sistemas
de almacenamiento. Sin embargo, el disco duro magnético, -o HDD-, la
unidad de memoria más común en los ordenadores comerciales, presenta
problemas a la hora de mantener mucha información en el mismo espacio;
algo que ocurre debido al microscópico tamaño de los bits y a las altas
temperaturas del disco. Aunque estos problemas podrían terminar pronto.
El equipo de investigación de Materiales Magnéticos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha publicado una investigación en la revista de física Chemistry of Materials
en la que, tras más de cinco años de investigación, ha creado un modelo
de nanopartícula capaz de estabilizar el magnetismo de los bits hasta
un nuevo nivel. El experimento, desarrollado junto al grupo de
Nanomagnetismo Aplicado de la UCLM, y con la colaboración de Josep
Nogués, del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), ha
utilizado una cámara de vacío para crear estas nanopartículas desde
cero.
Este descubrimiento no se aplica tanto a los materiales de las
pistas del disco, sino al material de su entorno, que le da estabilidad
una vez ha sido grabado, según indica Juan Antonio González, profesor de
Física en la UCLM y principal autor del experimento. El punto principal
del experimento es que la temperatura tiende a desorientar a los
átomos, y cuando quieres grabar la información a escala microscópica en
un soporte magnético, lo que tienes que hacer es ir orientando los millones de mini-imanes microscópicos
–que representan los bits- en una determinada dirección o en la
contraria, de modo que distingamos 0 y 1. Pero la
temperatura desordena la orientación magnética de los bits,
especialmente si estos son muy pequeños. Por eso, lo que se
plantearon fue: ¿cómo reducir el tamaño de los bits, pero manteniendo
el orden?
La respuesta que halló el físico residía en el desorden. Hace años,
se descubrió que si el material de las pistas del disco, el cobalto, se rodea de óxido de cobalto,
los bits magnéticos se anclan mejor. El aporte ha sido el descubrimiento de que, si en
lugar de utilizar óxido de cobalto, que posee una serie de
complicaciones secundarias a la hora de aplicarse, se utiliza unas pocas
partículas de cobalto insertadas dentro de una estructura microscópica hecha de cobre, la estabilización magnética mejora. Y esto crea cierto desorden magnético que,
curiosamente, ayuda a la estabilización. El anclaje magnético es vital.
Si, por ejemplo, acercamos un imán muy potente al HDD, se pierde la información, que se va a reorientar los imanes y a
desordenar los bits.
El equipo de la UCLM se muestra reservado ante una posible aplicación práctica en
la creación de discos duros, aunque también esperanzado. El grupo
estudia la física de materiales, no su aplicación en un producto
comercial. Desconociendo las dificultades técnicas que podría presentar,
así que no creen que tenga una aplicación inmediata. Pero han abierto
un nuevo camino para investigar más, y salvar más dificultades y
adaptarlo a la situación final, para así conseguir aplicarlo.
Este post ha sido sacado del artículo publicado en El país. Para ver dicho artículo pincha aquí.
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