Míele y la obsolescencia programada




En una sociedad en que sus ciudadanos se jubilan de media a los 64 años de edad se acepta que un aparato electrónico deje de prestar su servicio tan sólo una década después de ser adquirido o, incluso, antes. La vida media de los grandes electrodomésticos de línea blanca en España se sitúa en torno a los 13 y 15 años de edad, según datos facilitados por la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos (ANFEL). 
Sin embargo, encontrar electrodomésticos vivos de los años 20 o 30 parece hoy en día una trama más propia de una película de ciencia ficción que del mundo real. Por eso la secadora que ha ganado un concurso de durabilidad organizado recientemente por un conocido fabricante del sector podría ser considerada una rareza de la ingeniería.
La joya de la corona es una secadora Miele comprada en 1967 y que todavía sigue en funcionamiento. Porque la obsolescencia programada no es una característica que identifique a los electrodomésticos Miele; todos ellos están testados para tener una vida útil de hasta veinte años.
Según un comunicado del fabricante, los productos de Miele se someten a constantes y rigurosos tests de calidad para garantizar la mayor eficiencia, unas excelentes prestaciones. Es decir, venden calidad y no cantidad.
David Molina, Coordinador Técnico de la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos (ANFEL), asegura que el problema de la durabilidad de los electrodomésticos está directamente asociado a productos de baja calidad. No obstante, la asociación recuerda a los consumidores que seguir las recomendaciones del fabricante y prestarle un adecuado mantenimiento a un aparato “puede alargarle de manera muy relevante su vida útil”.




Una ley contra la obsolescencia programada

Por todo ello su fundación lucha para que el Parlamento español apruebe una ley que ponga freno a la obsolescencia programada, como también piden las organizaciones de consumidores y algunos partidos políticos. Una medida que ve con buenos ojos la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos (ANFEL), favorable al desarrollo legislativo de requisitos mínimos de durabilidad que eviten la introducción en el mercado de productos de baja calidad.
En Europa sólo Francia ha aprobado una norma similar: la Ley de Transición Energética, que vio la luz en 2015 y que prevé multas de hasta 300.000 euros y dos años de cárcel a las empresas que diseñen y fabriquen sus productos para que duren un tiempo predeterminado.
Además la fundación FENNIS (Fundación Energía e Innovación Sostenible sin obsolescencia programada) ha establecido un sello (ISSOP) que distingue los productos ecosostenibles y, por ende, que han sido fabricados para que perduren en el tiempo. 






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